Andalucía tiene una doble herencia de su pasado medieval: la que proviene de Al-Andalus y la que se graguó a partir de la conquista castellana.
Durante siglos (VIII al XIII), todo el territorio andaluz estuvo inetgrado en las tierras de Al-Andalus. Fue el centro del Califato de Córdoba, y cuando éste desapareció en 1031, en nuestro territorio se formaron diversos reinos de taifas.
En el s. XIII, las taifas andaluzas no fueron capaces de resistir el asalta de los reinos cristianos del Norte, y los reyes de Castilla se apoderaron de la inmensa mayoría del territorio andalusí.
A finales del s. XIII, sólo existía el reino de Granada, que pervivió hasta finales del XV.
La integración en Castilla significó para Andalucía la introducción de las instituciones castellanas y la adopción de la religión, la cultura y la lengua de sus repobladores.
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